¨La mufa lo mató y no me vengan con cosas raras...¨
En este ultimo tiempo, he sido acusado de destruir todos los objetos que se cruzan a mi paso. En un principio era solo responsable de las rupturas o desordenes causados por mi proverbial torpeza. Pero, con el tiempo se ha hecho extensivo a los errores de los demás, cosa que resulta ya no solo paranormal, sino también satelital (porque al parecer, si alguien rompe algo es por mi presencia en la sala). Me he convertido en el chivo expiatorio de la impericia y la falla motriz ajena, como quien dice, soy mufa.
Un hecho que se suma a esta cadena de eventos desafortunados, fue el suicidio de mi celular.
Estaba yo charlando con mis amistades amenamente cuando intento sacar mi billetera del bolsillo de la campera. En ese mismo acto es que arrastro al aparato (no me refiero a ninguno de mis amigos sino a mi teléfono) que reposaba felizmente en mi bolsillo, con lo cual cae en el borde del cordón de la vereda, balanceándose. En un segundo de desesperación, y casi en un vaticinando lo que habría de suceder si caía a la zanja, intento apartarlo de semejante destino tirando un enganche futbolístico en el que el celu haría las veces de balón de fobal. En ese momento se hizo evidente que en mi carrera de fobalier amateur siempre he sido defensor (y de los sanguinarios), pues el la maniobra que intenté no logró otra cosa sino terminar de empujar al pobre teléfono a las oscuras aguas de la zanja.
Ya resignado, quedo contemplándolo ahogarse, sin tomar acción para sacarlo de esa situación hasta pasados unos prudenciales segundos. Luego del incidente, agonizó en mis manos, lo abrimos, jugueteamos con sus entrañas (como haría cualquier profesional de la salud) pero no hubo caso. Visitó la quinta del ñato*.
Al menos la vivió?
*Fue al cielo.
Un hecho que se suma a esta cadena de eventos desafortunados, fue el suicidio de mi celular.
Estaba yo charlando con mis amistades amenamente cuando intento sacar mi billetera del bolsillo de la campera. En ese mismo acto es que arrastro al aparato (no me refiero a ninguno de mis amigos sino a mi teléfono) que reposaba felizmente en mi bolsillo, con lo cual cae en el borde del cordón de la vereda, balanceándose. En un segundo de desesperación, y casi en un vaticinando lo que habría de suceder si caía a la zanja, intento apartarlo de semejante destino tirando un enganche futbolístico en el que el celu haría las veces de balón de fobal. En ese momento se hizo evidente que en mi carrera de fobalier amateur siempre he sido defensor (y de los sanguinarios), pues el la maniobra que intenté no logró otra cosa sino terminar de empujar al pobre teléfono a las oscuras aguas de la zanja.
Ya resignado, quedo contemplándolo ahogarse, sin tomar acción para sacarlo de esa situación hasta pasados unos prudenciales segundos. Luego del incidente, agonizó en mis manos, lo abrimos, jugueteamos con sus entrañas (como haría cualquier profesional de la salud) pero no hubo caso. Visitó la quinta del ñato*.
Al menos la vivió?
*Fue al cielo.
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