¨Dientes¨
En los últimos días he caído en la cuenta de que soy dentalmente invencible. No recuerdo cuándo fue con exactitud la última vez que he pisado uno de estos recintos que representan el summum del dolor para tanta gente. Tampoco recuerdo cuándo fué mi ultima carie, o si tuve alguna, o si he tenido algún dolor de muela en mi vida. Esto podría traducirse en que en realidad soy mucho mas vulnerable de lo que creo, y no es mi dentadura invencible sino que mi memoria está haciendo agua como el Titanic. Pero como en este espacio somos muy optimistas, y porque no, un tanto ególatras, estoy convencido de que mi memoria está andando de maravillas.
REPERCUCIÓNES SOCIALES.
1 ) El efecto Highlander: Si bien uno es feliz de no padecer ningún dolor o aflicción, sucede como el caso de Christopher Lambert en la película antes nombrada. Uno ve que los demás padecen un mal al que nuestra humanidad no afecta. En mi caso las caries u otras podredumbres. En el caso de Christopher la mismísima parca. Los desafortunados como yo, verán a sus allegados caer en procesos viles y malignos como ser un tratamiento de conducto o un ¨perno y corona¨.
2 ) Exilio social taxativo a la salud dental: Estamos también ante la pérdida de cierta imposibilidad de intercambio social. Al ser un tema de público padecer, y uno no saber bien de que se trata. Incluso pueden llegar a tildarnos de ¨raros¨ o que lo ¨hacemos para llamar la atención¨.
No hace mucho, me junté con mis amistades de la facultad y se entablo una larga conversación de padecimientos corporales ?Entre los cuales no faltó el tema odontológico ?, he incluso obras sociales y sus diferentes planos. A todo esto yo no pude decir ni ¨mu¨ (primero, porque este fonema onomástico es patrimonio vacuno y luego por no cachar un fulbo del tema).
3) Vida de excesos: Al igual que en la joven adolescencia, uno al creerse invencible ?o por lo menos así lo dicen los viejos resentidos ?, uno tiende a entregarse a los excesos y situaciones de riesgo porque piensa que nada puede dañarlo. Es así como la gente puede mirarnos como unos rebeldes alocados por el hecho de consumir cantidades industriales de café, usar mucha azúcar, o masticar adoquines. El último caso es el que produce mayor asombro en la turba.
4) Falta de empatía con el dolor ajeno: Está relacionado con los ítems 1 y 2. Nuestros pares nos cuentan sus horribles experiencias en el odontólogo esperando que nosotros los acompañemos en sentimiento y vemos que nos resulta imposible debido a que no encontramos parangón posible con una experiencia propia. Por lo cual podemos ser tildados de insensibles, ser insultados, golpeados, y en el peor de los casos lapidado (sisi, le pasó a un amigo mío, si quieren tengo fotos).
A decir verdad, he ido hace muchísimos años al dentista, pero era un purrete muy pequeño y fue para hacerme la ortodoncia. Yo siempre les vengo con la verdad señores.
Salút.
REPERCUCIÓNES SOCIALES.
1 ) El efecto Highlander: Si bien uno es feliz de no padecer ningún dolor o aflicción, sucede como el caso de Christopher Lambert en la película antes nombrada. Uno ve que los demás padecen un mal al que nuestra humanidad no afecta. En mi caso las caries u otras podredumbres. En el caso de Christopher la mismísima parca. Los desafortunados como yo, verán a sus allegados caer en procesos viles y malignos como ser un tratamiento de conducto o un ¨perno y corona¨.
2 ) Exilio social taxativo a la salud dental: Estamos también ante la pérdida de cierta imposibilidad de intercambio social. Al ser un tema de público padecer, y uno no saber bien de que se trata. Incluso pueden llegar a tildarnos de ¨raros¨ o que lo ¨hacemos para llamar la atención¨.
No hace mucho, me junté con mis amistades de la facultad y se entablo una larga conversación de padecimientos corporales ?Entre los cuales no faltó el tema odontológico ?, he incluso obras sociales y sus diferentes planos. A todo esto yo no pude decir ni ¨mu¨ (primero, porque este fonema onomástico es patrimonio vacuno y luego por no cachar un fulbo del tema).
3) Vida de excesos: Al igual que en la joven adolescencia, uno al creerse invencible ?o por lo menos así lo dicen los viejos resentidos ?, uno tiende a entregarse a los excesos y situaciones de riesgo porque piensa que nada puede dañarlo. Es así como la gente puede mirarnos como unos rebeldes alocados por el hecho de consumir cantidades industriales de café, usar mucha azúcar, o masticar adoquines. El último caso es el que produce mayor asombro en la turba.
4) Falta de empatía con el dolor ajeno: Está relacionado con los ítems 1 y 2. Nuestros pares nos cuentan sus horribles experiencias en el odontólogo esperando que nosotros los acompañemos en sentimiento y vemos que nos resulta imposible debido a que no encontramos parangón posible con una experiencia propia. Por lo cual podemos ser tildados de insensibles, ser insultados, golpeados, y en el peor de los casos lapidado (sisi, le pasó a un amigo mío, si quieren tengo fotos).
A decir verdad, he ido hace muchísimos años al dentista, pero era un purrete muy pequeño y fue para hacerme la ortodoncia. Yo siempre les vengo con la verdad señores.
Salút.
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