¨Casi Dogui¨
El dÃa de ayer, me dirigÃa hacia la casa de mi novia, cuando de repente diviso en el horizonte (cabe aclarar, que para mi, el horizonte se encuentra menos de media cuadra) una figura, un tanto carnosa, llevando consigo un can de apreciables dimensiones. Al acercarse un poco mas, me encontré con que las reglas de sometimiento que implica la relación amo-esclavo, se encontraban trastocadas respecto a dicha pareja. El perro, de la afamada marca Rotwailer, y portador de unos ¨simpaticos¨ 70 kilos (aproximados) de humanidad (O perrunidad en este caso), era realmente el que estaba sacando a pasear a la señora, y la desplazaba por todos los sectores de la vereda.
Como buen estudiante de psicologÃa, supe comprender las posibilidades de riesgo que denotaba dicho can en su andar, de lo cual concluà con un glorioso axioma: ¨Estos babaus hacen nana!¨.
Bajo la premisa de salvar mi vida, adopte la posición ¨Alto o disparo¨, figura del Aikido que consiste en demostrarle al oponente que, en caso de que ataque, uno se dara a la fuga de la manera mas cobarde.
A todo esto, el perro pareció oler mi miedo (En ese momento decidà que el mito de los superpoderes caninos era cierto), y dirigióme una mirada como diciendo ¨Billy, no hay lugar en este pueblo para los dos¨, (al parecer el perro me re-bautizo sobre la marcha) a lo que se me acercó violentamente. La dueña, tuvo un momento de lucidez al ver mi muerte inminente, a lo que dirigió al can un ¨Chilavert Quieto!!¨.
Pensé que la bestia me dirÃa alguna frase del orden de ¨Tu no has ganado nada¨ y me haga ver la luz y saludar a Lennon, pero Dios obra de manera extraña, y tuvo la gracia de hacer que en ese momento el ¨Chila¨ oliera quien sabe que cosa, la cual se apoderó de su atención momentaneamente y, de esa manera pude emprender una elegante huÃda, sin tener que recurrir al correr o la súplica.
Cuadras más adelante tuve otro incidente de Ãndole canino, pero lo contaré en otra ocasión.
No se confundan lectores, no es que no me gusten los perros, todo lo contrario. Los pequeños tienen gusto a pollo.
Salud!.
Como buen estudiante de psicologÃa, supe comprender las posibilidades de riesgo que denotaba dicho can en su andar, de lo cual concluà con un glorioso axioma: ¨Estos babaus hacen nana!¨.
Bajo la premisa de salvar mi vida, adopte la posición ¨Alto o disparo¨, figura del Aikido que consiste en demostrarle al oponente que, en caso de que ataque, uno se dara a la fuga de la manera mas cobarde.
A todo esto, el perro pareció oler mi miedo (En ese momento decidà que el mito de los superpoderes caninos era cierto), y dirigióme una mirada como diciendo ¨Billy, no hay lugar en este pueblo para los dos¨, (al parecer el perro me re-bautizo sobre la marcha) a lo que se me acercó violentamente. La dueña, tuvo un momento de lucidez al ver mi muerte inminente, a lo que dirigió al can un ¨Chilavert Quieto!!¨.
Pensé que la bestia me dirÃa alguna frase del orden de ¨Tu no has ganado nada¨ y me haga ver la luz y saludar a Lennon, pero Dios obra de manera extraña, y tuvo la gracia de hacer que en ese momento el ¨Chila¨ oliera quien sabe que cosa, la cual se apoderó de su atención momentaneamente y, de esa manera pude emprender una elegante huÃda, sin tener que recurrir al correr o la súplica.
Cuadras más adelante tuve otro incidente de Ãndole canino, pero lo contaré en otra ocasión.
No se confundan lectores, no es que no me gusten los perros, todo lo contrario. Los pequeños tienen gusto a pollo.
Salud!.
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