¨Una pila de vida....¿de cuanto?¨
Hace algunos dÃas, vivencié una extraña situación de Ãndole comercial. Me encontraba en búsqueda de pilas recargables para mi flamante reproductor de mp3. Asà fué como dà con un local de electrónica llamado ¨Radio Omega¨.
Era muy temprano por lo que deberÃa ser el primer cliente del dÃa. Hice mi entrada triunfal, pero al instante me vi sorprendido por la magnitud del local, que resultaba gigante en relación de los pequeños componentes electrónicos que allà se vendÃan. Mi primera hipótesis fué pensar que anteriormente se dedicaban a la venta de artÃculos de diferente naturaleza, y de un volúmen mucho mayor, digamos.....elefantes. Inmediatamente mi aguda inteligencia me hizo notar que la venta de paquidermos en locales deberÃa, de alguna manera, estar prohibida. Y que de no ser asÃ, estos animales tampoco podrÃan ser exibidos exitosamente debido a la incomodidad que presentan de requerir enormes mostradores o la imposibilidad de colgarlos en ménsulas (Mi capacidad deductiva se encontraba a su máxima expresión en este momento).
Dejando de lado mi percepción de la distribución espacial, me dirigà a los tres ancianos (me arriesgo a deducir que al menos uno de ellos habÃa conocido a Jesus) que se encontraban en el local con un sonoro ¨buenos dÃaaas¨. A lo que dos de ellos no me prestaron ni la mas leve atencion, mientras que el restante (ubicado en un pequeño mostrador) me dirigió la patentada expresión de ¨vaca mirando al tren¨ (estÃlo mas inexpresivo del mirar, que consiste en relajar todos los rasgos faciales y evitar focalizar la mirada en ningún punto).
Sin mucho mas por aportar a la conversación le pedà las pilas que necesitaba. A lo que el vendedor me respondió cuales eran de mi interés (todo esto sin aumentar en ningún grado su voluntad de continuar viviendo) si las de 6000 ampers o las de 12000*. Mi ignorancia llevo a preguntarle ¨Cual es la diferencia? duran mas? se cargan mas rápido?¨ a lo que el hombre contestó, inmutable, sin dar lugar a pensar que era una humorada: ¨la diferencia son 6000 ampers...¨. Me dà cuenta que intentar un intercambio linguÃstico era, en algún punto, inevitable, por lo cual me decidà por las de 6000 (que eran mas baratas). Cuando le entrego la plata me responde, molesto, y en cierta forma enojado: ¨no pibe!, pagalos allá en la caja¨ (esto me hizo pensar que bajo ese criterio yo podrÃa también referirme a él bajo el apelativo de ¨viejo¨, pero no lo hice).
Viré mi cabeza en busca de la caja, cuando descubro, no sin sorprenderme un tanto, que la misma se encontraba a 25 km del mostrador en el que me encontraba (la distancia puede ser objetivamente menor, pero esa fue mi apreciación subjetiva en ese momento). Luego de un rato caminando y haber sorteado peligros y lidiar con lo desconocido (puede no haber sido asÃ), llegué a la caja. En ella se encontraba un hombre de aproximadamente 80 años de vida (calculo que era el ñieto de alguno de los mencionados anteriormente), protegido tras un gran acrÃlico, de estilo similar a las cajas de los bancos pero mas grande, y adornados con voluminosas letras doradas que formaban la palabra ¨CAJA¨ (De seguro que no iba a decir ¨COBRO DE ELEFANTES¨, o quizá si...).
El resto transcurrió de manera normal, el hombre de la caja fué muy amable, me dijo ¨buen dÃa¨ e incluso ¨gracias¨. Pero lo anteriormente relatado ya le daba a esta historia el status de ¨bizarra¨.
*No recuerdo bien si los valores del amperaje eran esos, pero, realmente, ¿a quien le importa?.
Era muy temprano por lo que deberÃa ser el primer cliente del dÃa. Hice mi entrada triunfal, pero al instante me vi sorprendido por la magnitud del local, que resultaba gigante en relación de los pequeños componentes electrónicos que allà se vendÃan. Mi primera hipótesis fué pensar que anteriormente se dedicaban a la venta de artÃculos de diferente naturaleza, y de un volúmen mucho mayor, digamos.....elefantes. Inmediatamente mi aguda inteligencia me hizo notar que la venta de paquidermos en locales deberÃa, de alguna manera, estar prohibida. Y que de no ser asÃ, estos animales tampoco podrÃan ser exibidos exitosamente debido a la incomodidad que presentan de requerir enormes mostradores o la imposibilidad de colgarlos en ménsulas (Mi capacidad deductiva se encontraba a su máxima expresión en este momento).
Dejando de lado mi percepción de la distribución espacial, me dirigà a los tres ancianos (me arriesgo a deducir que al menos uno de ellos habÃa conocido a Jesus) que se encontraban en el local con un sonoro ¨buenos dÃaaas¨. A lo que dos de ellos no me prestaron ni la mas leve atencion, mientras que el restante (ubicado en un pequeño mostrador) me dirigió la patentada expresión de ¨vaca mirando al tren¨ (estÃlo mas inexpresivo del mirar, que consiste en relajar todos los rasgos faciales y evitar focalizar la mirada en ningún punto).
Sin mucho mas por aportar a la conversación le pedà las pilas que necesitaba. A lo que el vendedor me respondió cuales eran de mi interés (todo esto sin aumentar en ningún grado su voluntad de continuar viviendo) si las de 6000 ampers o las de 12000*. Mi ignorancia llevo a preguntarle ¨Cual es la diferencia? duran mas? se cargan mas rápido?¨ a lo que el hombre contestó, inmutable, sin dar lugar a pensar que era una humorada: ¨la diferencia son 6000 ampers...¨. Me dà cuenta que intentar un intercambio linguÃstico era, en algún punto, inevitable, por lo cual me decidà por las de 6000 (que eran mas baratas). Cuando le entrego la plata me responde, molesto, y en cierta forma enojado: ¨no pibe!, pagalos allá en la caja¨ (esto me hizo pensar que bajo ese criterio yo podrÃa también referirme a él bajo el apelativo de ¨viejo¨, pero no lo hice).
Viré mi cabeza en busca de la caja, cuando descubro, no sin sorprenderme un tanto, que la misma se encontraba a 25 km del mostrador en el que me encontraba (la distancia puede ser objetivamente menor, pero esa fue mi apreciación subjetiva en ese momento). Luego de un rato caminando y haber sorteado peligros y lidiar con lo desconocido (puede no haber sido asÃ), llegué a la caja. En ella se encontraba un hombre de aproximadamente 80 años de vida (calculo que era el ñieto de alguno de los mencionados anteriormente), protegido tras un gran acrÃlico, de estilo similar a las cajas de los bancos pero mas grande, y adornados con voluminosas letras doradas que formaban la palabra ¨CAJA¨ (De seguro que no iba a decir ¨COBRO DE ELEFANTES¨, o quizá si...).
El resto transcurrió de manera normal, el hombre de la caja fué muy amable, me dijo ¨buen dÃa¨ e incluso ¨gracias¨. Pero lo anteriormente relatado ya le daba a esta historia el status de ¨bizarra¨.
*No recuerdo bien si los valores del amperaje eran esos, pero, realmente, ¿a quien le importa?.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home